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Renato Loredo

Santos/SP, 1951
Motorista
Entrevista concedida en 2015

Renato Justiniano de Loredo es chofer y nació en Santos/SP el 6 de octubre de 1951. Renato estuvo en prisión durante décadas, cumpliendo condena por delitos cometidos. Luego buscó recomponerse en el ámbito social. En su narrativa, expone las condiciones de la Casa de Detención de São Paulo – conocida como Carandiru – en la década de 1970.

Transcripción:

En la Casa de Detención te pagaban dos panes: uno puro y otro con mantequilla. Como iba a jugar fútbol temprano en la mañana, solo tomé un sorbo de café y dejé los dos panes así, en una bolsa de pan y me fui a jugar. Después del tiempo al aire libre, con mucha hambre y todo eso, me duché y vi la bolsa: ¡está vacía! Éramos como unos 23. Entonces le pregunté al tipo: “¿Alguien se llevó el pan?”. “No…”, pero como faltaba, esperé a que llegaran todos para la hora de comer, dije: “Chicos, ¿quién se llevó el pan?”, nadie.

Esa era la situación, si no te pones duro, pues te quitan la ropa, porque te quitan el pan… enseguida me acordé de la madre y todo eso, entonces salió el tipo diciendo: “Joder, ¿Todo este lío aquí Mujica solo por un pan duro?”, le dije: “No, por un pan duro, no”, entonces discutimos, teníamos un código: duelo. “En la calle 10, entonces, puedes llevar un arma y nos vamos a la calle 10, después de que abran… ahí vamos!”, con los cuchillos improvisados ​​que teníamos, yo no tenía ni cuchillo, tenía una estaca que saqué de la pared.

Pero el tipo era muy resabido, dije: «Oh, Dios mío», tuve una idea. En la Casa de Detención, las manzanas venían en cajas de madera, una madera muy buena para trabajar, muy suaves y livianas. Ahí se usaba esa madera para trabajos artesanales, con un cuchillo muy chiquito, creo que uno podría hacer unas tallas, cosas lindas. Luego tomé dos de esas tablas y las puse aquí debajo del «come y duerme», además de los sabots, zuecos, que todos eran matreros allí, usábamos zuecos, los zuecos también se usan para defensa, si pones la mano en los zuecos. – esos zuecos… Y fui a pelear contra el tipo y le mostré mi pecho, hasta tengo la marca aquí, que me clavó, luego con mi cuchillo, con mi bastón lo maté.

Es pan comido, hoy los muchachos hacen cosas malas en la cárcel, se quedan allí unos 10 días. Luego hay un juicio, si lo condenan, son unos 20 días más, pero no más de 30 días. En mi época, te quedabas unos 60, 70, 80 días. Te puedo decir que era uno y medio por uno y medio, aún había el buey, ¿sabes que es el buey? El asiento del inodoro más alto, de esta altura, así que estabas en una situación, como una «L» para tres, cuatro, cinco personas allí, ¿sabes?

Todos los días había un operativo, era una situación muy dura, muy dura, hubo una crisis de meningitis en Brasil en el 75 y el Ejército fue allí a vacunarnos. El último lugar al que acudió el Coronel Comandante con la tropa fue la celda fortificada 9. Cuando lo vi, estábamos en 108 distribuidos en 20 celdas, pero celdas muy pequeñas, te hablo de uno y medio por uno y medio. Ah, otra cosa: solo podíamos ducharnos los viernes, echaban agua al inodoro, no hace falta que les cuente cómo era una semana entera sin echar agua al inodor y todo eso, así que la única agua que teníamos en el baño era una taza de agua. Para servir el café, tenía que sacar una taza del aluminio… el tipo decía: “Te doy media hora para terminarlo aquí”.

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