Dora Henrique da Costa

Transcripción:

La meningitis empezó a proliferar, a crecer y la población, por lo menos los que veían la televisión, los que leían el periódico, porque no todos, ¿no?, sabían de ello, esta gente se empezó a informar que había una epidemia de meningitis. Niño de escuela que tenía meningitis, la escuela cerraba y tú te quedabas, tus hijos no podían ir a la escuela, te enterabas que había un caso de meningitis y así fue creciendo.

El Jornal Nacional (TV) informaba tal como pasa hoy con eso de Covid, “tanta gente contaminada, tantos casos, no sé qué”. ¿Quién centralizaba todo eso? ¿El Ministerio de la Salud, el gobierno federal? Luego salieron los datos que permitían que salieran. Recuerdo que en esa época nuestro médico nos dijo esto: “los médicos no saben hasta qué punto está el caso de la meningitis”.

Empecé a dar clases y me empezó a doler el cuello y les decía a los alumnos así: “Creo que tengo tortícolis”, ¿sabes lo que te digo? La negación que uno mismo hacía de su propia enfermedad. Y el día anterior mi hija veía el Jornal Nacional. Me dijo: “Mamá, tienes meningitis, no sé qué”. Dije: “¡Apaga esa porquería, aquí nadie va a tener meningitis!”.

No podía dar un paso de tanto dolor, entonces dije: “No, haz lo siguiente, llama a doña Zuma” – era una amiga mía que vivía en el mismo condominio. Y ella me dijo: “Voy a llamar al médico”. Cuando llegó, solo me dijo que me sentara en la cama, me senté, puse las piernas así. Solo hizo esto en mi cabeza, cuando lo hizo, grité, porque era un dolor de aquí hasta abajo. En ese momento dije: “Tengo meningitis”.

¿Qué ha pasado? Primero, no había vacuna, no llegaba la vacuna, no se oía decir que habría vacuna, o si la meningitis se podía vacunar o no, si había vacuna. Nada de esto fue comunicado. De repente llegó una vacuna, que era para la meningitis B. Yo tampoco sabía en aquella época que existía la meningitis A, B y C. De repente llegó una vacuna, toda la población acudió a vacunarse. Hice cola para recibir la vacuna, me dieron la vacuna. Eso antes. Vacuné a mis hijas pensando que estaban protegidas. Pero no me habían vacunado para el tipo de meningitis que tendría. Había todos los fenómenos: el gobierno ocultaba que había una epidemia, la gente tenía miedo de decir que alguien tenía meningitis, porque los demás podían empezar a discriminar, entonces fue una muy mala jugada. Y luego dejó mucho miedo.